Emerett nunca se ha enamorado by Anyta Sunday

Emerett nunca se ha enamorado by Anyta Sunday

autor:Anyta Sunday [Sunday, Anyta]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2023-01-06T03:00:00+00:00


—El último vuelo que cogimos fue espantoso —dijo Taylor a Lake, Harry y Cameron mientras los cuatro estaban bajo unas enormes sombrillas en la piscina del jardín trasero de Cameron—. Turbulencias desde que despegamos hasta aterrizar.

—Oye, no te quejes —le contestó Lake salpicándole. Taylor se rio y también lo salpicó, mojándole en cuello y la mejilla. Un frescor más que bienvenido ante el calor que hacía—. Tú has estado viajando por Europa mientras el resto nos arrastrábamos al trabajo como podíamos.

—Yo no puedo decir que me arrastre —dijo Cameron tras darle un sorbo a su té helado. Estaba sentado en el bordillo de la piscina con una camiseta ancha y las piernas en el agua—. Me encantan los lunes.

—Yo también tengo ganas de volver a trabajar —dijo Taylor, apoyando la cabeza en el bordillo mientras el resto de su cuerpo flotaba.

—¿No te ha resultado raro no trabajar durante tanto tiempo?

Taylor y Cameron empezaron a hablar de sus trabajos y Lake deseó muy fuertemente que su limonada tuviera algo de alcohol. No quería saber nada de la gente que adoraba su trabajo.

La cara de Harry sugería que a él tampoco le entusiasmaba la conversación, lo que era normal, tras otra audición fallida. Pobre chico, aun estando a la sombra, parecía estar quemándose.

Lake lo agarró del brazo y tiró de él para meterlo aún más bajo la sombrilla.

Taylor los miro con las cejas alzadas. Seguro que quería saber qué hacía su primo político viviendo en casa de su padre; Lake esperaba poder explicárselo sin mencionar a Philip.

—¿Va a venir Amy a darse un chapuzón?

—Nop —contestó Taylor—. Ha dormido todavía menos que yo en el viaje de vuelta. Está echándose una siesta.

—Ya la veré luego cuando me pase por tu casa a que me des los regalos que con tanto mimo me habrás comprado.

Taylor sacó una pierna del agua y le dio una ligera patada en el abdomen.

—Me alegro de ver que nada ha cambiado.

—Tampoco te has ido tanto tiempo. Nada ha cambiado. Nada de nada.

—Oooh —canturreó Harry, señalando la puerta lateral del jardín de Cameron—. Knightly se nos va a unir.

Cierto, ahí estaba; con una toalla en tonos marrones al hombro y ese torso glorioso desnudo.

Lake salió de la piscina y, salpicándolo todo a su paso, fue quemándose los pies hasta donde estaba Knight. Sus miradas se encontraron y Knight dejó de moverse. Lake atravesó la puerta, le plantó las palmas de sus manos mojadas sobre el pecho —ese pecho firme y sedoso— y lo empujo hacia el lateral de su casa, hacia la sombra. Sintió un alivio inmediato al pisar las baldosas frías del suelo; pero, a decir verdad, ese fue el único alivio que sintió.

Knight alzó las cejas, esperando una explicación.

—No puedes.

—¿Por qué no? Taylor me ha pedido que venga y dudo mucho que a Cameron le suponga algún problema.

—Pero a mí sí me lo supone.

—¿Te supone un problema que pase la tarde con mi hijo en la piscina?

—No. Sí. Quiero decir que… —Lake gruñó, frustrado—. Me estás pidiendo demasiado… control.



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